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SUELDO MÍNIMO EN EL PERÚ: DE LAS PROMESAS ELECTORALES A LA REALIDAD

Acerca de la Cámara de Comercio Peruano China

En el Perú, ha llegado a su fin una campaña electoral sumamente polarizada, bajo este contexto, reinaron las propuestas populistas desde ambos bandos en contienda y, como ya es costumbre, cada cinco años, no podía faltar el siempre atractivo ofrecimiento de incrementar la Remuneración Mínima Vital.

Ahora bien, a partir del 28 de julio, quien asuma las riendas del país como el flamante presidente del bicentenario, se encontrará con una economía en cuidados intensivos. En ese sentido cabe cuestionarnos si sería oportuno y viable un aumento del sueldo mínimo o si, por el contrario, este podría profundizar aún más la crisis económica y de empleo que atraviesa el Perú.

Al respecto, es imposible dejar de analizar una de las variables más resaltantes presente en la realidad del mercado laboral peruano: la informalidad. No se puede pasar por alto que más del 70% de peruanos que forman parte de la PEA, se desenvuelve dentro del ámbito informal y un eventual aumento en la remuneración mínima, no los beneficiaría. Por este motivo, creemos fundamental que quien asuma el mando del poder ejecutivo, deberá tener como eje de partida la formalización laboral, antes que cualquier otra mejora de condiciones laborales, si lo que se busca es beneficiar a más familias.

Un apresurado y poco reflexivo aumento de la remuneración mínima vital, en el contexto actual de pandemia, contribuiría a distorsionar aún más el precario mercado laboral peruano, ya que los incentivos para evadir el pago de una remuneración mínima vital intempestivamente elevada, y sus efectos colaterales en los costos laborales, serían mayores, generando una peligrosa expansión de la informalidad.

En cualquier caso, un eventual aumento en la remuneración mínima vital, no debería apoyarse únicamente en la voluntad política del gobernante de turno, por el contrario, un nuevo incremento debería basarse en el escrupuloso análisis de criterios técnicos, como el índice de productividad de la fuerza laboral, y contando con la participación de todos los actores involucrados.

Lo cierto es que, quien asuma la presidencia, debería alejarse del populismo propio de la campaña electoral, para reflexionar en la necesidad de una reforma laboral que permita reducir el desempleo y la informalidad, y no ahondar la crisis generada por la pandemia, que causó estragos en miles de empresas que tuvieron que despedir trabajadores, siendo las más afectados las micro, pequeñas y medianas empresas.

ELABORACIÓN:

Dra Diana Antinori, Asociada Área Laboral de RUBIO LEGUIA NORMAND ABOGADOS